El simbolismo de la luz, que halla su conmovedora expresión pictórica en la obra de Rembrandt, data probablemente de época tan antigua como la historia del hombre. Me referí antes al hecho de que en la percepción, la oscuridad no se muestra como mera ausencia de luz, sino como un contraprincipio activo. En la mitología y la filosofía de muchas culturas -China y Persia, por ejemplo- aparece el dualismo de los dos poderes antagónicos. El día y la noche se convierten en la imagen visual del conflicto entre el bien y el mal. La Biblia identifica a Dios, Cristo, la verdad, la virtud y la salvación con la luz, y a la impiedad y el Diablo, con la oscuridad.
Traducida al lenguaje visual por la utilización simbólica de la luz diurna en la arquitectura eclesiástica y de las bujías en el servicio religioso, esta tradición perduró viva a través de los siglos y despertó un eco en la mente de Rembrandt.
Organizar las luces en un encuadre fotográfico es un reto interesantísimo, conocerlas reglas es la única forma de conseguir que cobren sentido, ya sea respetándolas u oponiéndose a ellas.
Algunas páginas que nos pueden facilitar conocer las reglas: